Jardines de Castel Gandolfo, donde los Papas pasaron, durante muchos siglos, sus vacaciones

Las Villas Pontificias

Los jardines forman parte de las Villas Pontificias, zona extraterritorial de la Ciudad del Vaticano. Tienen una extensión de 55 hectáreas, una franja de tierra que se extiende desde el corazón de la ciudad de Castel Gandolfo hasta Albano.

Se trata de una ciudad que fue siempre importante a lo largo de los siglos, mucho antes de convertirse en la casa veraniega de los papas. Aquí donde se erigió la mítica ciudad de Alba Longa, que Tito Livio (historiador romano) describió como el origen de Roma, porque allí nacieron los mellizos Rómulo y Remo.

Es importante también mencionar que en el lugar antiguamente también tenía su villa de descanso el emperador Diocleciano, temible perseguidor de los cristianos.

Encantadoras en cualquier época del año, las Villas Pontificias son el resultado de la unión de diferentes propiedades, que algunos papas adquirieron desde Urbano VIII (Barberini), que fue el primer pontífice en veranear allí.

La Villa Barberini, de Urbano VIII, poseía un delicioso parque llamado Jardín del Moro, que ha permanecido casi intacto hasta nuestros días.

Más tarde Clemente IV (Ganganelli) amplió la residencia con la compra de la villa adyacente llamada Cybo, con su enorme parque de unas tres hectáreas, transformado en un espléndido jardín, lleno de mármol, estatuas y fuentes de gran valor artístico.

Abandonado durante setenta años, tras el fin del Estado Pontificio en el 1870, a partir de 1932 el Palacio y las Villas Pontificias han experimentado una transformación importante, destinada a restablecer el antiguo papel de lugar de vacaciones para los pontífices.

Un paseo por uno de los jardines más bellos de Italia

Desde el 2016 Papa Francisco ha abierto las puertas de las Villas Pontifica al público, convirtiendo en museo el palacio.

Así el visitador puede deleitarse en un largo paseo, un poco más de una hora a pie, en un excepcional contexto naturalista y arqueológico.

Desde el Jardín Magnolia, el de las rosas hasta las terrazas panorámicas del Jardín Belvedere, pasando por las ruinas del Teatro y los restos del Criptoporticus Imperial, el pórtico donde los emperadores solían pasear al cubierto.

Admirando los clásicos “jardines a la italiana”, de origen renacentista, caracterizado por divisiones geométricas usando arbustos, esculturas vegetales, espejos de agua combinado con elementos arquitectónicos como fuentes y estatuas, como el “Jardín de los espejos”.

Fuente: Aleteia.org