La Iglesia católica acostumbra dedicar todo el mes de junio a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Una serie de acontecimientos históricos fueron preparando el camino para ello.
Por ejemplo, en junio de 1675, Santa Margarita Alacoque tuvo una revelación en la que Jesús le dijo que muchas personas no valoraban la devoción al Sagrado Corazón. El 17 de junio de 1689, esta santa escribió que Jesús quería que el Rey consagrara el país al Sagrado Corazón.
El 16 de junio de 1875, en Montmartre, París, se comenzó la construcción de un templo dedicado al Sagrado Corazón, como lo había pedido Santa Margarita Alacoque. Además, el 25 de mayo de 1899, el Papa León XIII, en su Encíclica Annum Sacrum (Año Santo), anunció la consagración de todo el género humano al Sagrado Corazón de Jesús.
El primer viernes de cada mes
Jesús reveló también a Santa María Margarita Alacoque su deseo de dar a conocer su Sagrado Corazón encendido de amor por la humanidad, y prometió muchas gracias y bendiciones a quienes lo honraran con devoción cada primer viernes de mes.
“Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que Su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus sacramentos, y mi Corazón Divino será su refugio en aquel último momento”, dijo Jesús a la santa.
Sin embargo, comulgar los nueve primeros viernes de mes no debe verse como una forma de condicionar la gracia de Dios; sino con intención de responder a lo que Jesús pidió a santa Margarita cuando le hizo ver cuánto lo hieren las ofensas, indiferencias e ingratitudes que recibe: “Al menos tú, ámame.”
Esta devoción no debe basarse en el interés de ver qué obtenemos, sino por gratitud y devoción a Aquel que nos lo ha dado todo, quien merece que lo amemos y lo honremos.
Fuente: desdelafe.mx