LAS CUATRO MISAS DE LA FIESTA DE LA NAVIDAD EN EL CULTO ESTACIONAL ROMANO

«La solemnidad de la Natividad de nuestro Jesucristo según la carne», como nos anuncia la calenda litúrgica, es el segundo eje del Propio del Tiempo del año litúrgico. El primero, naturalmente, es la Pascua.
Su singularidad la ha provisto a través del tiempo de una gran riqueza litúrgica, que del culto estacional en la Urbe pasó al Misal Romano. El día 24 se celebra la Vigilia de la Navidad, cuya estación es en Santa María la Mayor, como corresponde, porque ella es la Belén romana, con la reliquia del pesebre y el pesebre más antiguo.
Para inaugurar la festividad y solemnizar la santa noche del parto virginal, se propone la misa de medianoche, llamada popularmente misa del gallo entre nosotros, rodeada de alegría y colorido popular, cuya estación estaba en la misma basílica, dedicada a la Madre de Dios.
La segunda misa del día, llamada de la Aurora o de los pastores, que conmemora la adoración de éstos, por la mañana temprano, señala estación en la Basílica de Santa Anastasia al Palatino, donde hoy está establecida la Adoración Perpetua.
Para la tercera misa, la misa del Día, regresamos a Santa María la Mayor, centrándonos en el misterio de la Encarnación del Verbo, nacido de Santa María Virgen y hecho hombre, como cantamos en el credo, a cuyas palabras nos arrodillamos reverentes, en la presencia de la Salus Populi Romani, patrona de la Urbe.