La rogativa llamada letanías mayores, que nada tiene que ver con la dinámica pascual, la fijó el Papa San Gregorio Magno en el 590 en este día para sustituir a la fiesta pagana en honor de Robigo, el dios que preservaba les cereales de los mohos (Robigalia). En Roma, la procesión partía de San Lorenzo in Lucina, iglesia de reunión, y por la vía Flaminia y el puente Milvio se dirigía a San Pedro, iglesia estacional. Se pedía con ella la protección de Dios sobre las mieses próximas a madurar. Se cantaban las letanías de los santos.